martes, 9 de agosto de 2011

Tan odioso y tan gratificante.



El mismísimo Johann Sebastian Bach. Un compositor acérrimo y famoso donde los haya. Un músico excepcional que, pese a la larga distancia desde su vida hasta hoy, sigue estudiándose en todos los conservatorios. No recuerdo un año de piano en el que no haya tocado, como mínimo, una obra bachiana. Es tan importante que nunca dejas de admirarlo.

Personalmente, Bach me encanta y me apasiona. Fue un músico mal valorado en su época, tachado de mediocre por Telemann en su entrada en la corte de Leipzig... Pero su música es excepcional. Particularmente las pequeñas obritas que he tocado suyas (nada comparado con el despiporre de sus grandes composiciones), son muy gratificantes al tocarlas. Requiere un estudio costoso y concienzudo y, más de una vez, llegas a maldecir a Johann Sebastian... Pero una vez aprendida la sinfonía o el preludio, cuando lo tocas prácticamente sin fallos: los pesados portatos, las juguetonas fusas, el intercambio de voces... Te sientes, muchas veces, pleno.

Además, Bach sigue inspirando a músicos en la actualidad. Y no precisamente músicos clásicos... Miles de raps, canciones de hip hop... están inspiradas en los acordes de este <<semitocayo>> mío. En especial una canción de pop bastante conocida, inspirada en un aria de Bach. Un aria que parece que Bach la compuso estando en una suave nube, que te relaja, que te hace sonreír tímidamente... Un aria completamente mágica.


¿La canción actual resultante? Una que sonó mucho, que trae un mensaje optimista y de superación, de tranquilidad. Podemos oír perfectamente esas notas que Bach escribió sobre el pentagrama hace tantos años, notas que nos dicen que todo va a ir bien... ¿Sería esto lo que Bach quería decirnos cuando compuso el aria?


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